La historia de la apicultura

Breve historia de la Apicultura

Diferentes tipos de insectos han habitado la tierra desde hace 400 millones de años. Se estima que las abejas (Antofitas) se originaron a partir de la evolución de algún tipo de avispas - probablemente de la familia de las Sfecoideas - a finales del período Jurásico e inicios del período Cretácico, hace aproximadamente unos 200 millones de años. Estudios han demostrado que durante este período de intensos cambios climáticos y geológicos se vio favorecida la extensión de la vegetación; así como también el desarrollo de las abejas. La tierra poco a poco comenzó a florecer y las abejas se especializaron en el procesamiento de la miel.

Las abejas y las flores son absolutamente interdependientes, hecho que explica su evolución paralela. Su proceso evolutivo condicionó modificaciones morfológicas tanto en  las abejas como en las flores hasta que estas alcanzaran una notable complementariedad; como una llave con su cerradura. Muchos otros insectos polinizan, pero la abeja es la única que se especializó morfológicamente y desarrolló estructuras especiales para valerse efectivamente del polen y de los néctares de las flores,  lo que la hace la especie predilecta para la producción de la miel. 

Antiguamente el hombre se limitaba a mutilar los panales de las abejas para consumir la miel, al igual que podría hacerlo actualmente un oso pardo, destruyendo completamente la colmena. Posteriormente el hombre fue perfeccionando su técnica de recolección y transformándose de un simple recolector a cuidador y cultivador de las colmenas.

El inicio de la vida sedentaria constituyó unos de los mayores cambios en la vida del hombre ya que permitió el establecimiento definitivo de pequeñas comunidades donde se cultivaba la tierra y se criaban animales. Desde este momento el hombre comenzó a desarrollar técnicas para la recolección de la miel. 

Inicialmente, comenzó a utilizar troncos huecos donde las abejas construían su colmena, la cual podía ser fácilmente trasladada de un lado a otro. Al reunir varias colmenas se formaron los primeros apiarios, de esta manera las colmenas podían ser fácilmente vigiladas para evitar su consumo por animales salvajes u otros hombres; además podían ser protegidas de factores climáticos que pudieran afectarlas como fuertes vientos, el frío o el calor excesivo, los posibles incendios y otros. Por otra parte, esta agrupación de colmenas favorecía la atracción de nuevos enjambres para hacer crecer los apiarios o para remplazar las colonias que habían muerto o desaparecido.

Para ubicarnos un poco en el tiempo, se calcula que es a partir del Mesolítico (10.000 a 5.000 años a.C) que el hombre comienza la recolección de la miel de forma silvestre y rudimentaria, y del Neolítico (7.000 a 4.000 a.C) que comienza a organizar las colmenas y a controlar los enjambres.

Además de troncos de árboles, el hombre proporcionaba a las abejas diferentes habitáculos, fabricados con diversos materiales como la arcilla que les permitían cosechar la miel con mayor facilidad. Sin embargo, dentro de estas colmenas las abejas construían sus panales de forma natural, por lo que el hombre se veía forzado a cortarlos al momento de recolectar la miel; destruyendo una parte de la colonia. Estos panales, a diferencia de los panales actuales, estaban fijados a las paredes internas de la colmena, esta etapa de la apicultura se conoce como apicultura primitiva de panales fijos o fijista, que se llevo a cabo hasta los años 1.600 d.C.

Importantes civilizaciones antiguas como la egipcia, la griega y la romana fueron destacadas por su trabajo de apicultura. Numerosos grabados egipcios muestran largas columnas de arcilla con anchas aberturas en la parte posterior por donde se aplicaba el humo a las colmenas. De esta manera se forzaban a las abejas hacia el agujero de salida y así se podía recolectar la miel sin afectar la colonia de abejas, evitando las dolorosas picaduras. Los griegos también utilizaban cacerolas de arcilla; los romanos de madera, barro o entretejidas con ramas de mimbre de forma horizontal.

A partir del siglo XVI la apicultura comienza su gran expansión. Hasta este siglo, la abeja melífera se encontraba predominantemente en Europa, en África y en Asia. Con el descubrimiento de América los colonizadores españoles, ingleses, portugueses y franceses trasladaron las abejas melíferas al nuevo continente donde era conocida entre los nativos como “la mosca del hombre blanco”. 

En el continente americano existían otras especies de abejas denominadas melipónidos, mucho más pequeñas y sin veneno, por lo cual su cultivo se denomina maliponicultura para diferenciarlo de la apicultura que es el cultivo de la Apis Melífera. Las abejas melíferas fueron también llevadas hasta Australia, distribuyéndose a nivel mundial gracias a la actividad humana.

Por otra parte, entre 1600 y 1800 d.C se realizaron grandes descubrimientos sobre la vida social, la organización de la colonia de abejas y otros aspectos que contribuyen a la optimización de las técnicas para su cuidado. Entre estos descubrimientos podemos destacar el descubrimiento del desarrollo vertical de las colonias de abejas, a partir de entonces se realizan algunos intentos de construir colmenas que se ampliaran de forma vertical, y otras en las que los cuadros de los panales fueran móviles. Finalmente, en 1806, el ucraniano Peter Prokopovich fue el precursor de la actual colmena vertical de cuadros móviles. Desarrolló una colmena de dos cámaras: la parte superior estaba destinada a la miel, donde colocó los cuadros móviles; y la parte inferior estaba dedicada a la cría, presentando unos cuadros fijos.

En 1851, Lorenzo L. Langstroth, inventa en Estados Unidos el marco móvil con paso de abejas de 9,5 mm. Al tener espacios entre los panales, las abejas no formaban cúmulos de cera y los panales podían extraerse e intercambiarse muy fácilmente. La colmena de Langstroth se difundió por todo el mundo en la segunda mitad del siglo XIX, impulsando la conocida apicultura movilista que aún se practica en la actualidad.

Hemos hecho un recorrido desde los inicios de la vida de las abejas melíferas para así darnos cuenta de la antigüedad del arte de la recolección de la miel y los productos de la colmena. Hoy en día la práctica de la apicultura se considera un arte y  gira entorno a la crianza y al cuidado de las abejas, proporcionándoles los elementos necesarios para recolectar los productos de la colmena de una manera efectiva y sin traer consecuencias negativas a las colonias.